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cuaderno de religión

Santa Cerveza

Santa Cerveza

En no pocas ocasiones, la publicidad se apropia de la iconografía religiosa, como en esta imagen capturada con un teléfono móvil. En este caso, el efecto de sublimación se consigue jugando con la luz, y sustituyendo la previsible figura de un santo o una Virgen por la botella de cerveza, sin ninguna ironía. Recuerdo un anuncio de Cardhú muy similar, que aparecía mucho en las revistas. Y muchos coches se presentan iluminados desde lo alto por un único rayo blanquísimo que se abre paso entre las nubes grises, tal y como Cristo fue señalado por el Padre en el momento de la crucifixión.

Asombroso, por una parte, hasta qué punto se ha interiorizado la imaginería religiosa. Curiosísima, además, esta desviación que permite exaltar ciertos productos con los mismos recursos que la pintura ha empleado durante siglos para retratar lo sagrado, particularmente con una especie de luz gloriosa que baña los bombones, las joyas o las consolas de videojuegos.

No me atrevo a aventurar una respuesta para la pregunta más interesante que se extrae de todo esto:

¿Hay algún tipo de nostalgia de lo sagrado en el consumidor? ¿La publicidad intenta absorber y redireccionar la pasión religiosa hacia objetos de consumo? ¿Se trata de pérfida publicidad subliminal o un homenaje inconsciente al significado más hondo de los dioses?

2 comentarios

Morena -

Concordo plenamente com o leitor David. Mas talvez, caro leitor, nao sejam muito íntegras, como fez a igreja, estratégias de marqueteiras do tipo: fogueirinha de gente. ou seja, que, talvez, sua pouca conviçao ou atenticidade poupe a humanidade das crueldades mais artrozes. Nem sempre sucesso é mérito. Dependendo de como se consegue... é vergonha,... mas pra quem tem. Parbéns Diego pelo Blog. Tá interessante!

David -

O a lo mejor la Iglesia ha sido de siempre la agencia de publicidad más eficaz y adelantada, y ahora imitan sus recursos visuales y escénicos.
Si yo fuera publicista también imitaría el estilo de quienes han logrado que su mensaje perdure 2000 años después...
Aunque me faltaría la convicción y la autenticidad, ingredientes imprescindibles.