Aluanda
Frances O´Gorman, una socióloga canadiense naturalizada brasileña, publicó este libro en 1977 en la editorial Francisco Alves, de Río de Janeiro. Al parecer nunca se reeditó, y para conseguirlo hay que acudir a librerías de viejo o a bibliotecas.
La principal curiosidad del libro es que está escrito en inglés, pues se dirige fundamentalmente, según se lee en el prólogo, a los extranjeros recién llegados a Brasil, a los que pretende dar unas primeras nociones sobre los cultos afrobrasileños: el candomblé, los encantados, la macumba, la umbanda.
Otra curiosidad es que lleva unas palabras preliminares firmadas por el religioso norteamericano Edmund Leising, fundador de la influyente FASE, una ONG de iniciativa católica pero de ambición ecuménica, muy vinculada en los años 70 a la Teología de la Liberación, que no se limitaba a lo asistencial, fomentando el asociacionismo y el pensamiento crítico, y denunciando los preceptos económicos que llevan a la desigualdad.
(Sobre la historia de FASE, ver: http://www.rebrip.org.br/noar/anexos/acervo/10_jean_pierre_leising.pdf
Sobre el presente de la institución:
http://www.fase.org.br/_fase/)
La propia autora pertenecía a FASE, y Leising explica en su prólogo que Aluanda materializa las más hondas aspiraciones de la ONG: al prestar atención a las religiones afrobrasileñas, al considerarlas dignas de estudio, se está yendo contra la corriente de desprecio hacia estos cultos, reforzando la autoestima y desterrando la vergüenza de pertenecer a una determinada religión.
Se trata, sin duda, de una ideología muy avanzada que se sitúa en las antípodas de los movimientos católicos y protestantes preocupados únicamente en ganar adeptos.
El punto de vista de Frances O´Gorman es el de una católica extranjera, que no pretende alterar sus principios, su identidad más honda, por el contacto con los otros, pero que se acerca a la otra cultura con gran respeto. En ocasiones, verdaderamente intrigada.
Tras algunas pinceladas sobre las religiones afrobrasileñas en la vida cotidiana, y después de una pertinente introducción histórica, también leve y amena, se alcanza el tercer capítulo, que es el núcleo del trabajo.
El candomblé, siendo específicamente brasileño, es la religión que más se aproxima a las raíces africanas. El sincretismo con los santos católicos, dice la autora, es sólo de fachada, y tras los nombres y las figuras católicas se veneran las entidades africanas en toda su pureza. O´Gorman ve en el candomblé un “difuso monoteísmo”, tal vez con la buena intención de comunicar algo del prestigio del monoteísmo al denostado candomblé. Reconoce, sin embargo, que Olorum, el primero de los dioses, creador del cielo y de la tierra (no de los hombres) no tiene ningún culto en Brasil. Se trata de uno de esos alejadísimos dioses celestes o uranianos de los que habla Mircea Eliade, que acaban perdiendo todo el contacto con el pueblo.
Algunos fieles logran compatibilizar el culto a los orixás y a los santos católicos echando mano del concepto de reencarnación: una serie de espíritus superiores encarnaron primero en África, y se les llamó Orixás, y mucho más tarde fueron a reencarnar en hombres y mujeres de occidente, que fueron elevados a los altares católicos, con otros nombres.
La esencia del candomblé es la visita de los orixás a través de los médiums, en ceremonias muy reglamentadas en las que se baila al son de los tambores sagrados.
Afirma la autora que en las ceremonias hay mucho de representación y que hay hasta trances fingidos, particularmente en determinados lugares donde apenas se actúa para los turistas. Pero que el trance es un fenómeno real, raro e inexplicable, que en todo caso recuerda al estado hipnótico. Sea lo que sea lo que sucede durante el trance (que los fieles del candomblé explican mediante la posesión divina), el organismo no responde de la manera habitual: el cuerpo de un médium puede beber un litro de aguardiente, pero al final de la ceremonia, cuando el orixá lo abandone, se quedará completamente sobrio. El cuerpo del médium no se queja de dolor, ni sangra, al caminar sobre cristales rotos o sobre brasas encendidas. El orixá incorporado en un ser humano puede, además, sanar a los enfermos.
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