Devotos de la tristeza
La depresión debe afectar de alguna manera a los músculos del cuello, y por eso los tristes andan por ahí cabizbajos... a excepción de los fadistas.
El fadista va con su tristeza erguida. Va con su tristeza bien alta.
Considera que ser triste es un talento, un don divino.
En los años 50 del siglo XX, se reveló al mundo una voz asombrosa. Desde Lisboa, Amalia cantaba:
Foi por vontade de Deus!
Que eu vivo nesta ansiedade
Que todos os ais são meus
Que é toda minha a saudade
Foi por vontade de Deus...
Tenía Amalia una mandíbula poderosa, capaz de triturar las penas más duras y transformarlas en canto.
Extraña forma de vida, la de los devotos de la tristeza. La de los que consideran que la felicidad no basta, que nesta vida desvairada, ser feliz é coisa pouca. Que la tristeza es la clave, o el peligroso acceso a una forma superior de alegría.
El fadista considera que Dios es triste, que la tristeza apunta hacia Dios. Y entrar a una casa de fado es como ir a misa: hay que guardar el debido silencio.
El fadista sería un elegido, y la voz de Amalia habría sido tocada por Dios.
foi Deus
que me pôs no peito
um rosário de penas
que vou desfiando
e choro a cantar
e pôs as estrelas no céu
e fez o espaço sem fim
deu o luto as andorinhas
ai, e deu-me esta voz a mim
No nos quepa duda.
1 comentario
David -
No sé si lo de ser triste (en ese sentido erguido) será un don, pero lo que está claro es que en sociedades como la nuestra deberían enseñarnos a convivir mejor con el dolor, el sufrimiento. He ahí la clave de por qué la gente huye hoy despavorida ante cualquier signo de tristeza, y se atiborra a la mínima de pastillas contra la depresión ante malestares que son de lo más natural.
Tengo cosas que contarte. ¿Tienes msn?
Un abrazo trasatlántico