Fútbol de ángeles
Eduardo Galeano, entre otras cosas, es un poeta. Por lo tanto es sospechoso. Porque da la impresión de que cualquier cosa que se describa poéticamente va a obtener cierta pátina religiosa. La pregunta es si el fútbol en sí pertenece al ámbito de lo religioso, o si es la poesía más bien la única responsable de aportarle trascendencia.
Galeano afirma que el fútbol que se originó en la fantasía de los jugadores pobres de Sudamérica es arte de una belleza capaz de poner los pelos de punta. Por otro lado, habla del éxtasis místico de los fieles en los templos del fútbol, en concreto en el momento del gol.
Supongo que si una de estas jugadas (casi nunca ensayadas, y por tanto algo mágicas) se da en un momento de especial tensión emocional y además termina en gol, la descarga psíquica de la afición debe de provocar un placer desmesurado, un chute de endorfinas de una magnitud desusada. La escasez de goles del fútbol debe propiciar esto, no siendo posible tal euforia en la afición del baloncesto, el tenis o el golf. El gol es el orgasmo del fútbol, dice Galeano, siendo por tanto el momento del éxtasis místico de la multitud. Una vez vivida esta experiencia, aparece el hincha de por vida, que esperará con paciencia su repetición semana tras semana, domingo tras domingo y minuto tras minuto.
(Eduardo Galeano: El fútbol a sol y a sombra).
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