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cuaderno de religión

El cantar de los cantares

El cantar de los cantares

Me gusta comenzar el día escuchando la canción de James Blunt, “la canción”, que al fin y al cabo es una manera de orar. Todo el mundo se dio cuenta cuando apareció en las radios. Nadie osó ponerle ningún reparo. Todas las personas de todos los países de la Tierra sintieron de alguna manera que aquella canción era una especie de milagro. Y la letra, para quien pueda entenderla, sólo redunda en su rara perfección. Se trata de una canción de amor, por supuesto. Relata la historia de una persona común que, inmersa en la rutinaria grisura del metro, se ve sorprendida por el fogonazo de un intenso amor a primera vista. Que, allí abajo, entre el aire recargado de cansancio, y entre la masa triste de gentes, encuentra un punto luminoso hacia donde anhelar. Se trata de un sentimiento comprensible para cualquier hombre y para cualquier mujer, desde analfabetos hasta astrónomos. “Un sentimiento popular que nace de mecánicas divinas”, dijo Battiato. Por definición, alguien no se enamora de un ser humano, sino de un espejismo, de un símbolo, una señal, una puerta, un camino, un inicio de otra cosa. Y el afán de fusión, ese estirar la mano a través del otro para rozar lo inefable, y desaparecerse, aporta al acto sexual una dimensión trascendente, que entra de lleno en el terreno de lo religioso. Todo aquel que ha estado alguna vez enamorado tiene, por lo tanto, vocación religiosa. Esto no puede negarse. Tal vez sea el amor, el amor-pasión de Stendhal, un disfraz más accesible, menos abstracto, una corporeización visible y comprensible del deseo de unirse a la totalidad tan propio de los místicos.

3 comentarios

Flavia -

Olá Dieguines: acho que esse poema de minha autoria tem tudo a ver com o seu tema. Adoro seus textos sempre!!! Flávia

A paixão é pura chama
Que um beijo só não ateia
Sinos que ensurdecem
Furor que me encandeia

Manhãs de pura esperança
Lembranças Oh! Pai Sandu
Seu cheiro franco insolente
Meu corpo negro e nu

É lua, é sol e é cio
Velado veloso ardor
É esse grito da vida
Apaga cocanha a dor.

A paixão é só mandinga
Mandê Oh! Meu Pai João
Tambores que ensurdecem
Missa, culto, oração.

Diego -

Muchas gracias, David, por tu generosidad.
Y en cuanto tenga un tiempo veo lo que hay que hacer para enlazar también tu página.
Un abrazo carioca.

David -

En el fondo, un denominador común a todos los amores auténticos es la entrega -también esencia del acto sexual pleno-, y por eso mismo comparto tu opinión de que una canción, un himno al amor, constituye, en el fondo, una suerte de oración (mucho más honesta que otros formulismos religiosos).
Me ha encantado el texto, Diego, por el contenido y por la forma. No solo tienes ya un seguidor fiel a tu blog sino que te pondré un enlace en mi web. Un abrazo desde España