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cuaderno de religión

Santo Daime

Precedentes del Santo Daime

A finales de 1856, el español Joaquin de Avendaño, que había destacado principalmente como pedagogo y especialista en educación, emprende un viaje al Ecuador con una misión diplomática. En el espectacular y complicadísimo camino de Guayaquil a Quito, conocerá al coronel Lazerda, asendereado aventurero que le servirá de guía por selvas y montes. Ya una vez en Quito, a lo largo de varias veladas, Lazerda le narrará a Avendaño la etapa de su vida que vivió en las selvas orientales del Ecuador, desterrado, conviviendo con los indios no evangelizados del Napo, como los zaparos o los jívaros, temibles reductores de cabezas.

Tras salir victoriosos en una guerra, los jívaros celebran una ruidosa fiesta que dura seis días con sus noches. El momento más solemne es la recepción de los héroes guerreros cortadores de cabezas por parte del jefe de la tribu, que va administrando a cada uno de ellos una bebida narcótica que los hará dormir durante 24 horas. Al despertar, los guerreros describen públicamente lo que han visto en sueños. Uno de ellos cuenta lo siguiente:

"Eleveme en los aires como las aves de nuestros bosques. Cerníame sobre una bellísima floresta. Selvas donde habitaban nuestros guerreros muertos en el combate, abundaban en aves de brillantisimo y variado plumaje, cuyos cantos alegraban aquellos héroes, cuyas hazañas ya jamás se repetirían por nuestros hijos degenerados: ellos luchaban con los demonios blancos y los vencían: nosotros los halagamos. Aquellos árboles eran tan altos que los rodeaban las nubes. Ricas frutas dulcificaban y humedecían las bocas de los guerreros, cuyas heridas eran suavemente lamidas por los venados de los bosques, ángeles benéficos que los salvaron de la muerte. Había mujeres ocupadas en preparar los manjares en que se recreaban aquellos seres predilectos: la yuca no se secaba jamás, porque la leche de los pechos de aquellas mujeres era inagotable para fecundizar la tierra [...]"

La bebida narcótica que provocó estas visiones del paraíso de los guerreros jívaros era justamente el cocimiento de la aya huasca, o "palo de muerto".

 

(Texto extraído de El Museo Universal, n 42 de 1861)

Líder del Daime asesinado

Informa hoy la Folha de São Paulo que el conocido humorista gráfico Glauco Vilas Boas fue asesinado ayer a tiros por un joven bajo efecto de las drogas que decía ser Jesucristo.

Además de su faceta de dibujante, Glauco era un líder religioso del Santo Daime que fundó su propia iglesia en el estado de São Paulo (Céu de Maria) tras probar la bebida sagrada y vivir su particular revelación en la iglesia fundada por Alex Polari en Visconde de Mauá (estado de Río de Janeiro).

Además de su obra gráfica, para su religión deja dos "hinarios" (conjuntos de himnos) que fueron cantados durante su entierro y que serán cantados todos los años en esta fecha en su homenaje.

Miração

La palabra "miração", tan recurrente en la doctrina del Santo Daime, no consta en el prestigioso diccionario Aurelio, una de las principales referencias sobre el portugués de Brasil. Esto es claro indicio de que tal palabra es empleada apenas en el ámbito de este movimiento religioso.

Tiene la misma raíz de "miragem", que quiere decir espejismo, sólo que la "miração" provocada por el consumo del Santo Daime no se considera una alucinación irreal, ni siquiera una visión inducida similar a un sueño, producto del subconsciente, sino que se entiende como una revelación que proviene de fuera del individuo, que ha sido creada por entidades externas, o por algún ser espiritual que vive en la bebida sagrada. Además, los seres que se le aparecen al creyente, e incluso se comunican con él, durante el estado alucinatorio, tampoco serían fantasías, sino habitantes espirituales de otros "planos", como podrían ser ángeles o espíritus de fallecidos.

Las "mirações" descritas por Alex Polari de Alverga en su libro recuerdan inevitablemente a la figura literaria conocida como "alegoría", que se define como "metáfora continuada", es decir, un encadenamiento de símbolos o imágenes que explican indirectamente un concepto complejo, o una enseñanza de índole moral o filosófica. Concretamente, las visiones de Polari de Alverga traen a la memoria las alegorías que Baltasar Gracián incluyó en El Criticón. Son visiones barrocas, complejas, incluso exuberantes.

Como en O livro das mirações sólo se recogen las visiones del autor, no podemos saber si las sensaciones y alucinaciones de otros fieles del Santo Daime siguen ese mismo patrón riquísimo de las pinturas de El Bosco, o si la "miração" se corresponde con la complejidad intelectual de cada creyente.

Santo Daime

Santo Daime

La editorial Rocco, de Río de Janeiro, la misma que incluye en su catálogo las obras de la genial Clarice Lispector, o Uma breve história do tempo, del físico Stephen Hawking, publicó en 1987 este libro sobre la religión brasileña conocida como "Santo Daime". Por metonimia, la totalidad del movimiento religioso adquiere el nombre de su elemento más sagrado: una bebida psicotrópica empleada en la región amazónica desde hace milenios con fines religiosos, para entrar en contacto con lo trascendente. Su nombre quechua es "ayahuasca", y se prepara macerando a golpes cierta liana y cociéndola después junto a las hojas de la "rainha", otra planta de la zona.

El autor es Alex Polari de Alverga, un espíritu inquieto y rebelde que estuvo encarcelado durante nueve años por su activa oposición al régimen militar, y que escribió su primer libro de poesía, Inventário de cicatrizes, en la prisión. Como intelectual, es, de alguna manera, el San Pablo del movimiento, traduciendo a un registro más culto, vinculado al esoterismo y a las religiones orientales, una doctrina de origen popular.

Tanto el título como el subtítulo del libro (O livro das mirações - Viagem ao Santo Daime) dan buena cuenta del contenido: se trata, por una parte, de la narración de una serie de viajes del autor al corazón de los estados brasileños de Acre y Amazonas, verdaderas aventuras a través de la maleza y de la red fluvial de la Amazonía, para conocer de primera mano las primeras comunidades que se organizaron alrededor del Santo Daime. Por otro lado, el libro dedica un buen número de páginas a describir las "mirações" del autor tras consumir la bebida: sus visiones y sensaciones, y su acceso a nuevos conocimientos.

Las conclusiones de Alex Polari de Alverga coinciden esencialmente con lo declarado por los místicos de todas las culturas y de todas las épocas: que el tiempo y el espacio no existen; que todo está interconectado. El Santo Daime parece, por tanto, una vía válida hacia este tipo de conocimiento, al igual que tantas otras religiones y ejercicios espirituales. Alex Polari, en todo caso, manifiesta algunas reservas hacia la doctrina moral, sexualmente represiva, que rige la comunidad del Daime, si bien la va comprendiendo y asumiendo poco a poco.

Por mi parte, creo que las cuestiones más discutibles de la doctrina son su empeño en afirmar que la bebida está habitada por algún tipo de entidad que se comunica con quien la bebe, y el dotar de significado trascendente a cualquier efecto provocado por el Daime, incluso los que parecen evidentes síntomas de intoxicación.